jueves, 29 de noviembre de 2007

La virtud de no mostrar.

O de cómo el mejor trailer puede ser aquel que no enseña nada.

Hace años tuve que soportar un trailer de Titanic que, si no recuerdo mal, duró más de diez minutos y en el que te contaban la película de principio a fin; toda, desde que rescatan el dibujito y se lo llevan a la vieja hasta que del barco no queda ni rastro sobre la superficie del mar. No tenía ganas de ver esa película y me siento orgulloso de no haberlo hecho aún, pero de haberlas tenido estoy convencido de que el trailer habría tenido el efecto contrario al que se le presupone, atraer la atención de un público potencial. Y es que si se cuenta demasiado se corre el riesgo de desmotivar al sufrido espectador.
Hace unas semanas minutos antes de que comenzase la proyección de El orfanato (que me pareció malísima, he de decirlo) pusieron esta joyita:



Medio minuto de trailer, en el que lo único que se hace es crear misterio alrededor de la película que anuncia. Ya tenía ganas de ver esta nueva obra de Alex de la Iglesia y el trailer era innecesario para que acuda al cine en cuanto se estrene el 18 de enero, pero de no haber sabido de su existencia, de no tener ni idea de quien es el de la Iglesia ese, estoy convencido a que ese medio minuto me habría movido y estaría si no espectante al menos sí interesado en ella.

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